Los Cuervos están de Luto.

En 1959, el dramaturgo Hugo Argüelles se hizo acreedor al Premio Nacional de Teatro por su obra Los Cuervos están de Luto, convertida en un clásico de la representación escénica amateur y profesional en México; la puesta retrata una situación común: la muerte del jefe de familia con los pleitos que se dan casi de manera instantánea entre los herederos de los bienes de un difunto. La obra está encuadrada en lo que se conoce como tragicomedia, que resalta las virtudes artísticas del autor, reconocido por su humor negro. La propuesta escénica de Miguel Ángel Pimentel plantea un divertimiento, que sin traicionar la esencia fundamental de la obra, pretende darle un marco festivo y de gran espectáculo con detalles de música tradicional de jarana y décimas de Miguel Utria Gaona. La peculiaridad de este montaje es que se realiza con participación de actores y bailarines provenientes de diferentes ámbitos: desde los de formación universitaria hasta los que de manera totalmente empírica, todos ellos de origen Veracruzano; esta obra que se ha montado en el sur de la entidad es representada por actores veracruzanos y es una iniciativa de la presidenta del DIF Estatal, señora Karime Macías de Duarte además cuenta con el apoyo del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CONACULTA). El pasado 16 de agosto en punto de las 19:00 horas en el Teatro de la Ciudad, se presentó Los Cuervos están de Luto, convocando a cientos de espectadores que rieron y se mantuvieron al borde de sus butacas por espacio de dos horas. Entre las personalidades que asistieron se encuentran la Directora de Casa de Cultura Angélica Carmona, en representación del Gobernador del Estado y la Lic. Iris Deyanira Macías López, en representación del Ing. Emmanuel Peña Sánchez, presidente del Consejo de administración del Centro de Convenciones y Teatro de la Ciudad de Coatzacoalcos.

Los cuervos, animalitos inocentes, sirvieron de pretexto en los años cincuenta para que Hugo Argüelles dibujara una de las más nefastas características del ser humano: la codicia motor de las acciones más repudiables, si hablamos de dignidad y respeto por nuestros semejantes. De la misma manera, sirve como pretexto para una puesta en escena, no de museo, sino como una propuesta de reflexión fresca de algo que nos duele y nos seguirá doliendo como seres humanos por mucho tiempo.

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